Ella se había dejado dormir a su lado. Desnuda, sólo separada de él por la maraña del sueño. El la miraba: estaba de espaldas, respirando entrecortadamente por la boca entreabierta, su gran boca desdeñosa y sensual.
Alex se maravillaba al verla. Su cuerpo era como un mapa cifrado de la naturaleza en donde se podía conocer de la fuerza impetuosa con la cual las aguas corren hacia los barrancos, de la tenacidad con la que el imán señala hacia el polo norte, del impulso del hierro aproximándose hacia el imán, de los cristales de hielo formándose de modo casi instantáneo y con una regularidad de figura, de los animales repitiendo el ciclo de la vida y la muerte, de la intensidad y persistencia de los deseos humanos...
La voluntad de la naturaleza obstinada, implacable, revistiendo formas mudables en cada una de sus manifestaciones y encarnándose en su cuerpo. Una voluntad feroz que fluía apuntando en mil direcciones distintas, y ante la que él a veces se sentía expuesto, vulnerable, náufrago en una mar ajena y embravecida.
Alex meditaba distraídamente sobre todo esto, hasta reconocer que ellos –Inge, y también él mismo- no eran más que una pálida manifestación de esa voluntad primera.
(c) González Noriega
4 comments:
Guthier impresionante.
Cuando uno ve estas fotos tiende a pensar, a la ligera, en qué pocos modelos hay a mano. Pero sólo a la ligera.
La voluntad primera. Muy bonito. No sé si esa volundad es la piel buscando la piel o el sexo como metáfora de la penetración en el otro, el anhelo de buscar el uno, parecerse a él.
Guthier es uno de los fotógrafos con una sensibilidad erótica más original. Eso hace tan especiales a sus modelos...
Rafa, yo me refería a la voluntad de ser. Aquella que motiva toda acción humana. Y sí, que también se manifiesta en el sexo.
Un saludo,
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