Nos acercamos al sitio donde había trabajado adornando los folios de un salterio. La primera mitad ya estaba cubierta de escritura, y el monje ya había empezado a bosquejar las figuras de los márgenes. En ellas podía verse la imagen de un mundo invertido. Como si en el umbral de un discurso que, por dictamen, es el discurso de la verdad, se desplegase otro discurso profundamente ligado a aquél por sorprendentes alusiones que hablaba de un universo donde los perros huían de las liebres y los ciervos cazaban leones. Naturaleza de dragones cebrados, monos con cuernos, sirenas con alas membranosas, hombres sin brazos con cabeza de caballo y caballos con piernas de hombre [...] Figuras de un mundo invertido, donde las casas están apoyadas en las puntas de las agujas, donde los perros duermen en la cama, la carreta se pone delante de los bueyes, las gallinas fecundan a los gallos y la tierra aparece por encima del cielo.
U. Eco
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