Friday, January 7

41. un punto fijo

Nota en la puerta:

Cerrado temporalmente. Hay un juego de llaves debajo de la alfombra, pasa y siéntete libre de curiosear cuanto quieras. Estás en tu casa.

Sole en su bellísimo blog ha dejado escrito:

Hogar [...] es todo lo que me rodeó, me rodea y me va a rodear. Cualquier sitio, persona u objeto puede ser mi hogar. El hogar me ahoga aún hoy en día y a veces necesito estar lejos de él, y creo que eso es así porque necesito saber que tengo y debo volver a un punto fijo, un punto donde yo soy una pieza inreemplazable.

Un punto fijo, un eje de coordenadas desde el que poner en orden el caos circundante... Nuestra búsqueda es la misma búsqueda. Siempre será la misma. Es buscar sin mapas, y con la brújula de la pobre experiencia ese sitio cualquiera en el que encontrar abrigo. Es buscar el hogar, el jardín templado de la infancia, el nidal del que un día partimos y guardamos en nuestro recuerdo.

Ahora es tiempo de mudanza.

Gracias.

Saturday, January 1

40. déjà vu

Yo no soy superior a mi hermano pero sonrío, porque voy por las calles y
sólo yo no existo, la vida corre como todos los ríos, yo soy el único
invisible. ~
Neruda

¿Por qué sigo vagabundeando? No tengo una idea clara de los motivos, ni siquiera tengo motivos. Hay huellas, indicios, impresiones, y todo busca un origen. Entonces entra en juego una explicación plausible y yo inicio mi andadura, camino en el laberinto de las calles, camino por ellas, movido por ellas, arrastrado por el fluir de vida que por ellas transita.

Hay primero una situación confusa, que sólo puede ubicarse en la memoria de mis espejismos. De esa penumbra parto, y si lo que busco tiene suficiente fuerza, inmediatamente se inicia el déjà vu, un balanceo pausado que me empuja al asfalto, lo ilumina todo, conjuga esa materia confusa en una instancia clara y concreta: la vía pública, las travesías, las luces, los rótulos, las vidrieras...

Ese balanceo, ese déjà vu que excita mi búsqueda, es para mí la única certidumbre de su necesidad, porque apenas cesa comprendo que no tengo ya nada en dónde buscar. Y también es la única recompensa de mi trabajo: caminar es dibujar un mandala, y a la vez recorrerlo, descubrir los meridianos de una geografía vital a fuerza de rastrearla; tarea pobre de chamán blanco desorientado en mitad del tráfico urbano...