Wednesday, October 1



'Sur ta chevelure profonde
Aux âcres parfums
Mer odorante et vagabonde
Aux flots bleus et bruns'

Mi querida Raquel,

Perdona que te vuelva a escribir en estos tiempos tan lejanos. Sin duda, resulta trivial y bastante absurdo hacerlo hoy, pero he estado ocupado los últimos 20 años tratando de encontrar buenas preguntas.

En primer lugar quería darte de nuevo las gracias. Gracias por los momentos de excitación y de placer no consumados que tuve contigo. Me gustaría pensar que tuvimos, pero dudo de que sintieras lo mismo por mí. Esto último muy a mi pesar, pero no te dejabas fácilmente.

En segundo lugar, y esto es un reproche, lamento que fueras tan egoísta. Sé que improvisabas un juego diferente conmigo, pero cambiarme las reglas del partido en cada encuentro no era muy justo que digamos. En realidad no le doy ni le di mucha importancia, el tiempo me ha enseñado a reconocer las cosas valiosas de la vida, y haber corrido por los pasillos para tratar de fingir un encuentro casual contigo no lo era.

Respecto a esa carta… Gracias por el esfuerzo. Y qué mal he sabido perdonar durante toda mi vida… Te debo una profunda disculpa al no haber respondido a tu mensaje. Era quizás una llamada de auxilio, y no estuve a la altura.

Lo último que te quería decir es que no te culpo por nada de lo que ocurrió. Los dos éramos muy jóvenes y aún no habíamos aprendido a conseguir lo que queríamos. Nos escondíamos detrás de personajes ridículos que nos impedían ver y entender. Sé que no te entendí entonces. Buscaba en ti lo que tú no podías ofrecerme. Y tú buscabas en donde no podías encontrar, quizás porque huías de algo de tí misma, o quizás por alguna otra razón que nunca conoceré, si es que la había.

Por cierto, y ya que monologamos de todo un poco… No recuerdo habernos reído juntos nunca. Eso quizás sí que era sintomático, ¿verdad?