“Podemos emplear la palabra casa para un gran número de objetos –para la choza de adobe de una tribu, para el palacio de un rey, la casa de campo de un habitante de la ciudad o un apartamento en la ciudad- pero difícilmente la podemos usar para las tiendas de algunos nómadas. La casa en sí misma y por sí misma, la que nos hace usar la palabra para todas estas construcciones particulares y muy diferentes [...] implica que aloja a alguien y es habitada como ninguna tienda, colocada hoy y desmontada mañana, puede alojar o servir de morada. [...] Como palabra, “casa” es una abreviatura para todas estas cosas, un tipo de abreviatura sin la cual el pensamiento y su característica rapidez no sería posible en absoluto. La palabra casa es algo semejante a un pensamiento congelado que al pensar debe descongelar, deshelar, por así decirlo, siempre que quiera averiguar su sentido original. [...] Una vez se ha reflexionado acerca de su sentido implícito –habitar, tener un hogar, ser alojado- no se está dispuesto a aceptar como casa propia lo que el interés del momento prescriba.”
H.A.
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