Alex.- Quizás debiera explicarte algo...
Manu.- Me encantaría oír cualquier cosa que proceda de ti. Había guardado esto demasiado tiempo pero no olvidé nunca lo que sucedió aquel día entre tú y D.
Alex.- D. no conoce el sentido del humor ni de la proporción. Sigue convencido de su inusual capacidad para grandes aspiraciones, su ilusoria ficción de escritor le tiene dominado totalmente el pensamiento.
Manu.- (En voz baja) Y sin embargo todos los animales soñamos... Inlcuso los ratones de biblioteca.
Alex.- Traté de no ser condescendiente, y él respondió con su sentido de la vergüenza y la humillación. Luego todos nos dejamos llevar... Aquel asunto ya quedó zanjado, aunque me sirvió de ejercicio para otro, mucho más personal para mí, más próximo.
Manu.- ¿Y para qué análisis te sirvió? Me sigue moviendo la curiosidad. Y sí es extraño que tú le sacaras tanto de quicio... no sabía si reírme o llorar. ¿Y si te digo que el argumento de la novela antes de que él lo mencionase lo utilicé yo con él? Tal vez le gustara, por plausible. A mí se me da bien inventarme motivos creíbles. Esto es un guiño.
Alex.- Hace un tiempo necesité exorcizar cierto tipo de malestar personal que se me andaba enquistando, motivado, a mi juicio, y esto lo decía lógicamente para exculparme, por circunstancias ajenas a mi voluntad.
Alex.- (Reflexionando) Improvisé un desahogo. Traté de que estuviese lo más lejos posible del móvil que lo originaba, y surgió la máscara. Ofensiva, arbitraria, irritante... exploré esa faceta mía que tan bien conoces y que era un tanto extraña para mí. El resto es fácil de seguir, él siempre está dispuesto a pagar un precio en dignidad con tal de lograr un mínimo de notoriedad... Luego aquello me resultó grotesco e irrisorio y perdió su gracia, quizás porque me resultaba un juego demasiado fácil, demasiado seguro... y también porque la disputa acabé por llevarla al terreno que realmente ocupaba.
Alex.- Y, por cierto, los motivos creíbles son siempre la materia prima de cualquier novela. Esto también es un guiño.