Thursday, August 19

xx. inge

-¿Quieres que baile para tí?


-Me encantaría.


-¿Sabes? dentro de un rato tendré que bajar al escenario. Allí me podrás ver bailar delante de todo el mundo.


-No me lo perdería por nada. Alex acerca la copa de cava a su boca mientras no puede disimular una expresión traviesa en su mirada.


Inge abandona el baño y se dirige a la cómoda, donde deja a los pies la mínima bata de satén azul con la que va vestida. Empieza a mover sus caderas de forma lenta, sinuosa. Primero da la espalda a Alex, mostrándole sólo los pliegues de la piel que se forman con el movimiento de su torso. Luego perfila sutiles dibujos con sus pechos, su vientre, sus muslos en la penumbra de la habitación. Bocetos, instantáneas de su cuerpo apenas sugerido, de invitaciones sensuales, de contorsiones cada vez más violentas. Luego se gira sobre sí misma, confiando a la mirada de Alex su sexo agazapado entre las piernas, y deja enredar sus manos entre su vello. Y se abandona al juego de acariciarse el coño suavemente, con mimo, repasando el camino mil veces recorrido.


Inge es una mujer distante y fría, pero mientras baila es capaz de evocar en su cintura el incendio de una bailarina de samba, el contoneo de una miza, el movimiento sinuoso de un áspid, cuyo veneno Alex aspira a consumir con voracidad.


Pero Alex ya no quiere imaginarse a Inge bailando fuera de aquí, sin privacidad, ofreciéndose a la rapiña de un público de cincuentones borrachos, hirsutos, duros, ansiosos por descargar sus testículos sobre ella.


-¿Qué ocurre? ¿No te gusta como bailo?


-Quiero que sólo bailes para mí.


Ella se demora.- Claro, mi niño. Para ti siempre estaré lista-. Pero Inge ya no está aquí. Ella ha extraviado su mirada lejos, atravesando el papel gastado de la pared, hacia el salón inferior de las lucecitas de neón. O tal vez más lejos aún.


Inge: 39 32 31 24 20

3 comments:

Anonymous said...

sabbat: Mil y una maneras (como noches) de resolver el dilema libertad-intimidad.

¿Besos de karnabal? :)

(borra esto si quieres)

John Negre said...

Imagino que Zille buscaba con la mirada la libertad y la intimidad perdida. Pero no lo sé. Nunca se lo llegaría a preguntar.

Los tiempos del carnaval ya pasaron. Ahora es tiempo de estío y de solana, de cadencia íntima y reposada, de ánimos apaciguados. Son otros tiempos ,)

Anonymous said...

sabbat,

Guardo y aguardo tus besos, sean de karnabal o vengan desnudos, sin ningún disfraz. Lo que no esperaré nunca más es que sean besos templados...